En el texto de Serafini (2008),
en el apartado “Cómo se estudia”, expone
que para llegar a la lectura crítica el
sujeto debe ser capaz de realizar al menos tres aspectos esenciales: comprender
los objetivos del autor, valorar la fiabilidad de las fuentes del escrito, y
distinguir hechos de opiniones.
Sobre
el primer punto habría que decir que para el lector es fundamental identificar la
intención del autor para saber cómo estructura –formal y conceptualmente- su
escrito, y puede hacerse mediante la formulación de verbos como exponer,
explicar, denunciar, convencer, tergiversar, etc. Esta intención puede aparecer
explícita en el texto (“El propósito de este artículo es…”) o, por el
contrario, no aparecer y entonces el lector debe deducirla o inferirla. Más
aún, desarrollar la capacidad para detectar cuándo el objetivo “declarado” del
autor realmente corresponde o no lo expuesto durante el desarrollo.
“Un texto o una afirmación tienen valor según
la competencia que posee el autor sobre el tema”, afirma Serafini, y en la
validez y veracidad de la información en que se fundamente, agregaría. Tener la
capacidad para evaluar las fuentes y la información en que se basa un autor no
es una habilidad, sino el resultado de un largo proceso de ir conociendo poco a
poco sobre el tema. Una información amplia permite valorar y emitir juicios
objetivamente sobre lo expuesto. De lo contrario, cualquier afirmación
descabellada puede ser tomada como cierta, o al revés, no tener la suficiente
capacidad para tomar por confiable una fuente.
El tercer punto tiene que ver directamente con
lo anterior. Para un lector experto es fácil captar la distinción; un aprendiz
tiene que realizar un análisis atento tanto del objetivo como de las fuentes
del autor. Podríamos decir que un hecho es un dato que corresponde con la
realidad (“Colima es un estado de la República Mexicana”) y una opinión
constituye un punto de vista o interpretación sobre esa realidad (“Colima es el
estado más bonito de la República Mexicana”). Una opinión, habría que decirlo,
tiene la probabilidad de ser verdadera, pero necesita elementos que la
sustenten para pasar a ser un hecho. Distinguir hechos de opiniones constituye
un eficaz filtro para aceptar o no las ideas del autor.
Como
se dijo, estas tres condiciones son elementales para una lectura crítica;
pueden considerarse más, según sea la necesidad o el interés del lector. Con
todo, debe considerarse una competencia a desarrollar durante toda la vida y
que puede ir desde la crítica más sencilla hasta la más elaborada. Acaso lo más
importante sea leer siempre con esa intención, con ese espíritu, porque, siendo
así, podríamos decir que critica quien puede, no quien quiere.
Bibliografía
Martínez,
R. (2010). Lectura critica. Letras y
lectura. Extraído el 10 de mayo en http://letrasylectura.wordpress.com/2010/04/28/lectura-critica/
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